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LA LUBINA es el pescado blanco que más alimenta
La lubina es junto con el bacalao, la pescadilla, la perca y la raya uno de los pescados blancos más magros, dado que apenas aporta 1,3 gramos de grasa por 100 gramos de carne. A esto se une su elevado contenido en proteínas de alto valor biológico frente a la mayoría de pescados, así como de vitaminas y minerales. Por ello se considera un alimento muy nutritivo que, si se cocina de manera sencilla, puede formar parte habitual de las dietas hipocalóricas. Su carne supone un aporte interesante de potasio, fósforo y hierro y moderado de sodio y magnesio, comparado con el resto de pescados frescos. El potasio es un mineral necesario para el sistema nervioso y la actividad muscular e interviene junto con el sodio en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.
El fósforo está presente en los huesos y dientes. También interviene en el sistema nervioso y en la actividad muscular y participa en procesos de obtención de energía. El magnesio se relaciona con el funcionamiento del intestino, los nervios y los músculos además de formar parte de huesos y dientes. También mejora la inmunidad y posee un suave efecto laxante. El hierro es necesario para la generación de hemoglubina, proteína que transporta el oxígeno desde los pulmones a todas las células y su aporte adecuado previene la anemia ferropénica.
Entre las vitaminas, las del grupo B, B1, B2 y B3, cuyo contenido en la lubina es superior respeto a otros pescados. No obstante, el contenido en estas vitaminas no es tan relevante si se compara con otros alimentos ricos en estos nutrientes.
Aunque podemos disponer de la lubina de piscifactoría, a un precio asequible, en cualquier momento del año, es precisamente en los meses fríos del invierno, cuando se da la mejor temporada de captura de la lubina salvaje, más sabrosa y de carne más firme.
Se trata del pescado blanco más rico en proteínas, llegando a superar el contenido en este macronutriente de un entrecot de ternera o una chuleta de cerdo. Alimenta tanto o más que la carne proporcionando una cantidad considerablemente menor de grasas es su mejor baza. De ahí que una porción individual de 150 g. (de peso neto) sólo contenga 151 kcal.
También destaca por su riqueza en calcio. Únicamente las anchoas y las sardinas enlatadas –que se consumen con su propia espina- la dejan atrás en este apartado. Para mejorar la absorción del calcio, conviene acompañar este pescado de una guarnición de setas o de una salsa de base láctea, con gran aporte en vitamina D.
Aunque el boquerón y la sardina le pisan los pies, la lubina es el pescado con mayor dosis de hierro. Por este motivo, su consumo regular contribuye, entre otras cosas, a combatir la anemia, a mejorar la concentración y a superar la fatiga, la debilidad y la irritabilidad.
Las personas que no consumen mucha carne, deberían incluir la lubina en su dieta semanal. La razón: este pescado atesora una cantidad de vitamina B12 equivalente o superior a la de carnes, huevos y quesos. Este nutriente, exclusivo del reino animal, interviene en la formación de glóbulos rojos, protege los nervios y aumenta la resistencia a las infecciones.
La lubina es, junto con el bacalao, la pescadilla y la raya, uno de los pescados más magros.